«Manual de limpieza de un monje budista»

Autor: Keisuke Matsumoto

Editorial: Duomo Ediciones.

Colección: Sakura

Número de páginas: 172

El autor:

Keisuke Matsumoto es monje del templo Komyo Ji -templo de la luz resplandeciente de Buda- en el distrito de Kamichayo. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Tokio y experto en gestión empresarial. Dirige el blog del templo y sus seguidores se cuentan por miles en sus charlas y orientaciones online. Fue futbolista y perteneció al Grulla Marioka de Japón. Interesante dato biográfico que nos habla sobre su evolución interior. Es, también, padre de dos hijos y de cuatro libros de los que -en España- se han publicados dos: “Manual de limpieza de un monje budista” y “Manual de un monje budista para liberarse del ruido del mundo”.

El eco que deja…

Tropiezo por casualidad con este librito que me gana a la primera. Confieso que elegirlo para elaborar esta reseña ha sido una apuesta muy personal. 

Con lenguaje sencillo y un enunciado conciso en su título, nuestro autor nos adelanta el argumento y lo que se puede esperar de su lectura. 

La letra pequeña me crea ciertas expectativas: ”Barrer el polvo y las nubes del alma…” Su lectura no solo no me defrauda, sino que atrapa mi interés y mi deseo de encajar con el objetivo del autor: ”Conectar con nuestro yo más profundo, desde las tareas más sencillas de la vida, para descubrir otra más compleja…”. 

Los pequeños dibujos llenos de  sugerencias y la sencillez del vocabulario: hoz, tijeras, paño, calcetines, plumero, escoba, cubo, recogedor, guantes… despiertan mi simpatía y mi asombro: ¡se puede decir mucho con un vocabulario básico, de principiantes!

Sigo las páginas con gusto y con sonrisas; el gusto de dar sentido a la vida en todo momento y lugar, en toda acción y propósito; y, las sonrisas, porque ratifica mi  convencimiento: podemos dignificar y prestigiar las tareas del día a día, podemos encontrar la felicidad sin estridencias. 

El monje budista también me ha llevado al mundo de ayer. Viene a mi memoria y al recuerdo -volver a pasar por el corazón- el empeño, la dedicación, la perfección y la alegría que ponía mi madre -seguramente muchas de las vuestras, también- en estas tareas pequeñas, humildes, caseras, tan poco valoradas. Retrocediendo en los años y con la mirada de la madurez, entiendo que lo que hacían era un servicio al bien común, a la familia. Esfuerzos generosos y gratuitos para hacernos la vida más ordenada y agradable, más placentera. Descubrieron el sentido en la donación bondadosa y espléndida de todo el tiempo de su mundo para que el nuestro se agrandara y multiplicara. Y así, tan silenciosamente, nos regalaban una casa acogedora, una vida limpia, relajante para los ojos por su orden, pura al respirar, tranquila en el vivir… una vida que se acerca a la plenitud y al significado último de lo que debe ser “dar sentido”.

Por otro lado, ¡qué fácil me resulta imaginar en el alma pasillos libres de obstáculos, dependencias donde entre la luz del sol y reverbere en la blancura de sus paredes, mesas repletas de libros ordenados y abiertos por páginas señalizadas con buenos propósitos, agua clara que suene a música, silencio creativo que favorezca el encuentro con uno mismo, con los demás y con Dios!

Todo resulta como una invitación permanente a adentrarnos en el hondón del alma, para crecer y descubrirnos tan humanos y, a la vez, tan necesitados de trascendencia.  

Y … dado  que nuestra aventura es la vida… ¡vivamos! Las palabras del autor nos empujan a hacer de nuestras rutinas, ritos; para encontrar en ellos el hábito de lo bueno, la humildad y el desapego; la vida consciente que favorezca una mirada nueva y nos acerque al centro del alma, transformando nuestra percepción de los pequeños actos cotidianos:

Tareas del hogar… ejercicio del espíritu.

Lavar… limpiar el pensamiento.

Cambiar el armario… renovarse por dentro.

Reparar objetos… .agotar su vida útil.

Fregar… purificar el alma.

Alinear los zapatos… recuperar el equilibrio.

Cepillar bien la boca… porque por ahí pasan las palabras.

Rotar en las tareas de limpieza… reforzar los vínculos de la familia.

Además…

El sabio budista nos lleva de la mano a recuperar figuras insignes de nuestra cultura y nuestra memoria religiosa: 

El santo de Asís, San Francisco, tan nuevo y radical, que se atrevió a revolucionar  la vida monástica, hermanándose con la naturaleza y optando por la libertad interior del  desprendimiento de todo. 

Fray Luis de León, buen estoico, abogando por la huida del mundanal ruido: “beatus ille”. 

Santa Teresa, con su intensa búsqueda de perfección en los caminos de una España desorientada, pobre y triste. 

San Juan de la Cruz y su canto a la vida, en todas sus manifestaciones, como reflejo de Dios…

La naturalidad y sobriedad  de nuestros religiosos más admirados y queridos cobran  hoy, en esta actualidad tan ruidosa y mundana, una nueva dimensión y se convierten en modelos para las aspiraciones de otros buscadores de sentido más modernos y actuales, como  Pablo d’Ors con su “Biografía del silencio” y su  invitación al sosiego y la quietud para llegar a “escuchar el grito de nuestro verdadero ser”. 

Pasado y presente, dentro fuera, arriba abajo…antónimos que nos hablan de búsqueda; símbolos y metáforas que nos llevan a desear la conjunción armónica de nuestro ser. 

Sin duda, una lectura sencilla y amable que te hará más fácil la vida. 

2 comentarios sobre “«Manual de limpieza de un monje budista»

  1. Me ha sorprendido encontrarme en las rendijas la reseña del libro «Manual de limpieza de un monje budista», tanto por la elección del libro como por los jugosos comentarios. Qué riqueza a propósito de unas ocupaciones aparentemente rutinarias y domésticas como son el orden y limpieza del entorno físico de nuestras vidas. En la reseña se evidencia el entusiasmo de su autora por ver refrendada por una autoridad filosófica y moral la actitud personal y de muchas personas hacia el orden y limpieza. Pero, por añadidura, tanto en el libro como en el comentario se proporcionan suficientes argumentos para dar a las reflexiones un carácter más universal destacando valores útiles para todos: grandes y pequeños, hombres y mujeres, profesionales y artistas…
    Pues, tenemos que leer el libro!

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