«Génie la loca»

Autor/a: Inès Cagnati

Traducción: Vanesa García Cazorla

Colección: El Pasaje de los Panoramas.

Fecha de publicación: 26/08/2019

Número de páginas: 192

“Génie la loca” trata de… la vida de Eugénie (Génie la loca) y la de su hija Marie. Es la historia de una mujer ultrajada, Génie, a la que nadie ayuda, a la que su propia familia le da la espalda, viéndose así obligada a vivir sumida en la pobreza, la tristeza y la soledad. Es, también, la historia de su hija, Marie, que la quiere infinitamente y que daría todo por cuidarla,  amarla y protegerla.

La autora no sigue un relato lineal, sino que intercala saltos en el tiempo narrativo hacia delante y hacia atrás, dosificando los hechos terribles y difíciles que jalonan la vida de las protagonistas de esta historia, de forma que, cuando el lector cree que ya ha conocido lo peor, descubre otra situación más triste que la anterior.

Y es en la narración de estos sucesos, donde el lenguaje se convierte en protagonista de la novela. Inès Cagnati reúne y selecciona, de manera brillante, las palabras que explican el mundo rural de Génie y Marie, las que dibujan su personalidad y las que revelan los acontecimientos que viven. Así, el lector conoce su mundo, descubre quiénes son y empatiza con su historia, sintiendo que leer “Génie, la loca” ha sido una experiencia valiosa para su propia vida.

El eco que deja la lectura de “Génie la loca”…

¿A quién esperas de espaldas al mundo? 

Esta es la primera pregunta que surge al ver a Génie en la portada del libro. ¿Génie o Marie? ¡Y qué más da! La vida de madre e hija están trabadas de tal modo, que podemos oír cómo resuenan con la voz de Marie los silencios angustiosos de su madre. 

Su mundo interior se espeja de tal manera en el exterior, que hasta el lenguaje de la naturaleza y de la tierra sirven para traducir y deletrear el corazón de nuestras protagonistas: atajos, barro, zarzas, cenagales, lindes, raíces… y también casa, chimenea, fuego, lumbre, panal dorado, azul de otoño, luciérnagas de agua… 

Luces y sombras, dolor y delicia, realidad y deseo. Todo cabe, a la vez, en el léxico íntimo, hecho de palabras y silencios, fruto de la vida. 

Marie, que lleva dentro de sí toda la bondad y la mansedumbre, que no pierde el calor de los buenos ni los miserables logran contagiarle un ápice de su maldad. Marie, la niña luminosa que desprende la dulzura de un corazón limpio: amor, serenidad, sencillez, aceptación y superación de la adversidad, ingenuidad, ternura… 

Marie, eres como la vaquilla Rose y como el pato Benoit, como tu propia madre y estás unida tan estrechamente a ella como a la tierra que pisas y te acoge, sostiene, aquieta y sosiega. La rudeza del campo y la aspereza que conllevan sus tareas no te hacen perder de vista los colores de los sueños hermosos y el exotismo que te inspiran otros lugares, otros deseos y paisajes que tienen que ver siempre con el viaje y con la esperanza que prendes en el horizonte lejano que miras. 

La vida de la madre y de la hija son un muestrario de emociones tristes que nos van desvelando “la bruma densa que hay dentro y fuera” de estas dos niñas-mujeres, y que nunca aclara del todo. Decir abandono, dolor, miedo es no decir nada. Decir madre, hija, búsqueda, encuentro de silencios es, todavía, decir poco. 

Marie es la hija que da cuerda a “su corazón loco”, “abismada” en la esperanza de un encuentro con “ella”, la madre sin nombre, la distante y, tantas veces, ausente. Marie, que empieza a prepararse para la muerte, que es la vida sin amor, desde que nace, añorando siempre la mirada de su madre para saberse besada y reconocida, para comprender que existe. Marie, niña linda, que corre “desalada”, anhelante de encuentros estrechos en los brazos amorosos de la madre que a menudo desaparece y se pierde.

Génie, la madre de los silencios y la rudeza, que vive en la noche sin luz de los caminos y desgrana sin palabras el desapego sufrido y el dolor de un mundo de esfuerzos, soledad, humillación, maltrato y trabajo. Génie, la madre que se viste y se prepara para el encuentro último y definitivo con la noche más oscura del alma. 

Marie y Génie, Génie y Marie, dos cuerpos y una única alma doliente. Las dos son la encarnación del desamor, la soledad y el abandono. 

Además… la historia de Génie y Marie es, también, la constatación del mal y la perversión que nos acecha como el ogro de los cuentos de Génie. La lectura de esta novela nos invita a ir más allá y pensar sobre las desgracias que acompañan de por vida a los desamparados, a los apartados y a los ninguneados por la sociedad, a aquellos que estorban, a los que nadie quiere ver, de los que todos se aprovechan… ¿Qué mundo hemos creado? ¿Qué valores tomamos para guiar nuestras vidas? ¿El cuidado a los débiles o el repudio a los diferentes? ¿Por qué tendemos a callar y no denunciamos a gritos las injusticias que nos rodean? ¿Por qué somos tan sumisos y seguimos a la masa que legitima y justifica la maldad y el egoísmo? Hannah Arendt, filósofa influyente del siglo XX, hablaba sobre la “banalidad del mal”: cualquier persona puede cometer actos de extrema crueldad sin mostrar ningún tipo de compasión para con otros seres humanos y, por ello, pensaba que era necesario estar siempre muy vigilantes para evitar que esos actos pudieran suceder. 

Para terminar… Una hermosura de novela, muy difícil de olvidar,  y una crítica feroz a la sociedad cruel; una ternura que duele y se hace, por momentos, insoportable. Unas vidas frágiles que sienten amor y, sin embargo, lo buscan toda su vida sin encontrarlo, sin saber expresarlo con gestos y palabras. 

Pero… puestos a elegir, quedémonos con lo bueno, seguir creyendo que “un hijo es la memoria de la vida” y que el amor de una madre debería ser siempre cálido como el aliento del niño bueno que llevamos dentro para siempre.