“Panza de burro”

Autora: Andrea Abreu

Editorial: Barrett

Fecha de publicación: junio de 2020 

Número de páginas: 176

La autora: 

Andrea Abreu nació en Icod de los Vinos (Tenerife) y tiene 26 años. Estudió periodismo en la Universidad de la Laguna y un Máster en Periodismo Cultural y Nuevas Tendencias en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

Es autora del poemario Mujer sin párpados (Versátiles, 2017) y del fanzine Primavera que sangra. En 2019 fue ganadora del accésit del XXXI Premio Ana María Matute de narrativa de mujeres. Panza de burro es su primera novela. 

Ha sido seleccionada por la revista británica Granta como una de las 25 mejores escritoras de su generación.

El eco que deja…

Adictiva, original, única. Así es esta novela. Una fuerza que te atrae y no te suelta. Unas palabras que te perturban y asombran. Un volcán en plena erupción que escupe a chorro sus entrañas. 

Panza de burro no se parece a nada que hayas leído antes. Es una historia peculiar, llamativa, atrayente. Está escrita para ser leída en voz alta porque Andrea Abreu escribe como habla. Su lenguaje crudo, sórdido, en ocasiones escatológico, describe con realismo el día a día de dos niñas, sus travesuras y aventuras. Sin pudor. Además, sus capítulos cortos le dan un ritmo ágil y fresco.

El lenguaje con el que escribe Andrea Abreu es el léxico y la fonética canaria, las palabras que se usan en muchos barrios canarios donde cas significa casa y fisco, poco. 

La trama se sitúa en Tenerife, en las Islas Canarias. Un verano de principios del 2000. Un pueblo en lo alto de la isla, lejos del mar, lleno de casas inacabadas, en los márgenes de la sociedad. Y nos llama la atención porque pensar en Tenerife es pensar en las Islas Afortunadas. Imaginamos buen tiempo, turismo, diversión. Uno de los destinos más agradecidos por la naturaleza y que ya, desde la mitología de la Antigua Grecia, se las relacionaba con el Paraíso, con el lugar en el que se conseguía el descanso eterno. 

Sin embargo, Panza de burro se desarrolla en un pueblo pobre al norte de la isla de Tenerife; un pueblo en donde casi nunca hace sol porque una gran nube gris y espesa siempre cubre su cielo; una enorme masa gris que inunda de tristeza a sus habitantes. Es un lugar inacabado en el que viven familias humildes que trabajan toda la jornada en la misma isla en la que casi siempre brilla el sol y en donde los turistas se divierten disfrutando del paraíso. 

Las protagonistas de nuestra novela son dos niñas cuyas familias son humildes, pobres y… supersticiosas. Una de ellas es Isora: valiente, “echadita palante”. Una muchacha que todo lo prueba, que nunca tiene miedo. La otra es quien nos cuenta la historia, una chiquilla que sigue a Isora incondicionalmente: la envidia, la venera, la idolatra. Su padre trabaja en la construcción y su madre limpiando hoteles y casas rurales. 

Isora y su amiga viven lejos del mar y nunca van a la playa porque nadie las lleva. Las tratan sin ternura, de forma arisca, poco cariñosa. El dialecto que emplea Andrea Abreu (bruto, sucio, expresivo…) pinta un mundo atroz, muy alejado del mundo cálido y apacible en el que supuestamente viven las niñas. 

Las dos adolescentes se despiertan en un mundo desconocido para ellas, el mundo de la pubertad y descubren cambios en sus cuerpos, adquiriendo nuevos hábitos. De este modo, la amistad juvenil, el despertar de la sexualidad, el descubrimiento de la propia identidad y los límites delgados entre la amistad y lo romántico sexual son algunos de los temas que invaden la novela. 

Además…

Panza de burro nos invita a reflexionar sobre el reparto del dinero en nuestro mundo, sobre las enormes desigualdades que existen y cómo estas se esconden o ignoran. 

Es también una buena excusa para pensar en los modelos que se les presentan a las niñas como ejemplos a seguir; estereotipos que siguen fomentando la desigualdad entre hombres y mujeres, y que llevan a que las chicas se obsesionen por la belleza aparente en la delgadez de su cuerpo y no tanto por cultivar su pensamiento ni su carácter. 

Para terminar…

Panza de burro es un libro hermosísimo que os invitamos a leer y a disfrutar. Una historia monstruosa, asfixiante, imparable, única… que no os dejará indiferentes.

«La playa de los ahogados»

Autor: Domingo Villar

Editorial Siruela. Colección: Nuevos Tiempos

Fecha de publicación: 2011 (1ª edición)

Formato: Libro electrónico, EPUB (Disponible en Rústica, Kindle)

Número de páginas: 458

Conocer personalmente a Domingo Villar es la razón que ha motivado la reseña de esta novela. 

El autor

Domingo Villar (Vigo, 1971) inició con “Ojos de agua”, una serie protagonizada por el inspector Leo Caldas. El segundo título, el que ocupa nuestro Rendijas, “La playa de los ahogados”, supuso su consagración; y, en 2019, nos regaló la tercera entrega, “El último barco”, que va ya por la edición 11ª. Con ella se cierra, de momento, esta trilogía perteneciente al género de la novela negra.

“La playa de los ahogados” trata de… explicar la muerte de Justo Castelo, un marinero de Panxón, cuyo cadáver aparece en la playa una mañana de invierno. Podría ser un ahogado más -como tantos pescadores que, mientras faenaban, encontraron el final de sus vidas- si no fuera porque el mar lo ha devuelto con las manos atadas. ¿Suicidio? ¿Asesinato? Domingo Villar, a través del inspector Leo Caldas, bucea en la vida de los vecinos de Justo Castelo buscando respuestas y, así, la lectura de la novela se transforma en una marea de historias que llegan y se van, acontecimientos que viven los habitantes de Panxón, subiendo y bajando de intensidad: desapariciones sin resolver, miedos que cambian el carácter alegre de Justo Castelo, mentiras y supersticiones, ausencias dolorosas… 

El eco que deja …

En primer lugar, la lectura de “La playa de los ahogados” suscita en nosotras una pregunta sobre cómo es nuestro comportamiento en los asuntos corrientes que nos ocupan y preocupan, porque a veces lo que vivimos puede llevarnos -sin pretenderlo- a tomar decisiones equivocadas que no solo nos dañan a nosotros, sino que también, hieren a otros. Y esta es una de las lecciones (entre otras) que quiere ofrecernos el inspector Leo Caldas: conocer los motivos que llevan a una persona a convertirse en asesino es más importante que aplicar el castigo con todo el peso de la ley.

También, nos invita a descubrir el buen oficio de escritor de Domingo Villar en la creación del personaje de Leo Caldas. Es un hombre cuya trayectoria vital se encuentra en un momento de cambio. Tiene que tomar una decisión que marcará un antes y un después en su vida. Su padre le anima: “[…] Ten valor, Leo, […] Cada uno hace lo mejor que puede. Lo sé -afirmó Caldas y dio dos golpecitos en el capó del coche-. Hasta mañana. Ya maduraré. No se madura, Leo -replicó su padre antes de acelerar-. Sólo se envejece.” Los lectores contemplamos y nos sentimos interpelados por las conversaciones que padre e hijo mantienen sobre sus vidas y que tanto tienen en común con las nuestras.

Por otra parte, Domingo Villar aprovecha los estereotipos regionales que utilizamos los españoles para etiquetarnos unos a otros. Caracteriza al ayudante del inspector, Rafael Estévez, como un hombre brusco y testarudo, pero noble y cercano (como buen mañico) y lo “enfrenta” a la conocida ambigüedad gallega (no se sabe si suben o bajan) provocando nuestra sonrisa con alguna que otra carcajada y, así, el humor, también se hace presente en estas páginas. Con la misma intención, interpretamos que la mención al “libro de los idiotas” viene a ser una sugerencia “terapéutica” para desahogarnos y serenar los ánimos en nuestras relaciones personales.

Y, por último, “La playa de los ahogados” es el descubrimiento de un hombre enamorado de su tierra, Galicia, y de sus gentes. Un pueblo marítimo adormecido durante el invierno, la labor callada y sufrida de unos pescadores o el trabajo diario poco gratificante de una lonja… demuestran que Domingo Villar conoce, vive y quiere el lugar sobre el que escribe. Y, en consecuencia, la lectura nos invita a hacer las maletas y a viajar hasta esta tierra para pasear por ella; para gustar de su gastronomía: los percebes, la sopa de almejas, el pulpo… o el vino que cultiva el padre de Leo Caldas; y, sobre todo, para conocer a sus gentes: Carlos -el tabernero del Eligio-, Rebeca Neira, Alicia Castelo, el capitán Sousa, los percebeiros… mujeres y hombres que forman parte de la intrahistoria de nuestro país: que se levantan cada jornada y cumplen con sus tareas diarias para sostener la vida de todos. 

Además…

Podemos leer la novela también desde una mirada crítica a nuestra manera consumista de vivir: la construcción excesiva de viviendas en los pueblecitos costeros gallegos, rompiendo el paisaje natural y arrasando con el entorno. Una llamada de atención para no olvidarnos de que es tarea de todos trabajar por un futuro más sostenible.

Para terminar…

La lectura de esta novela es una buena propuesta para este verano que estamos a punto de estrenar. Una historia escrita con mimo y hondura. Tenemos el convencimiento, y de ahí la elección de nuestro rendijas, de que, al finalizar “La playa de los ahogados”, buscaréis “El último barco” y “Ojos de agua”, para completar esta trilogía y conocer algo más sobre Domingo Villar y su obra.